Cuantas veces me senté frente al ordenador para escribirte esta carta, aun sabiendo que nunca llegarías a leerla. Pero siempre sentía algo dentro de mi que me obligaba a cerrarla y a empezar de nuevo, un arañazo mortal que me hería el alma sin poder curarlo, una mano abrasadora que me ahogaba cuando intentaba respirar y que me hacía ver que el dolor está presente en mi día a día.
Sé que te prometí que no lloraría, que todo sería como no estabas y también sé que no llegué a cumplir mi promesa. Me he ahogado muchas veces en mi llanto, intentando no dejar que saliera al exterior para que así estés donde estés no me vieras hacerlo.
Ahora comprendo el motivo de no poder escribir esto antes, y ciertamente me duele el haber sido tan egoísta, el haberte culpado por dejar de luchar, de rendirte en vez de aferrarte a ese pequeño rayo de vida que te quedaba. Pero sé que no fue así, que luchaste y que lo hiciste mientras te lo permitieron tus fuerzas. No te rendiste porque ese no era tu estilo, seguro que aquel último aliento lo usaste para regalarle a la tita esa mirada que demostraba el amor de una vida juntos, y que en tu mente en ese momento estaban toda la gente que sabes que te quería (bueno que te quiere porque estés donde estés siempre estarás con nosotros).
Quiero pedirte un favor, desde el cielo cuida siempre de mi, no me abandones y permanece a mi lado, sabes que siempre fuiste especial para mí, que me enseñaste muchas cosas y me hiciste ver la belleza de millones de pequeños detalles de esta visa. Me quitaste la venda de los perjuicios y me abriste las puertas del corazón, para que en él entrase todo aquel que quisiera hacerlo, pero sabiendo todos que el mejor rincón, el que más amor desprende nadie puede ocuparlo porque esta lleno de fragmentos de ti, en el está sentado tu recuerdo y tu sonrisa.
Dicen que la familia no se puede elegir, que es un regalo de Dios, pero te digo un secreto, si se pudiera hacer ten por cierto que estarías en la mía, que te hubiese elegido para formar parte de mi vida, para vivir todas esas cosas que vivimos juntos y mantener esos momentos de complicidad que sentimos.
Tito desde ese rincón que ocupas en el cielo ojala pudiese leer esto, sentir que en estas palabras absurdas está encerrado todo el amor y el respeto que te tengo, ¿sabes? Nunca te lo dije pero estoy orgulloso de ti, por ser un PADRE para toda tu familia, ese padre protector que siempre cuida de los demás dando igual que fuesen hijos o sobrinos, hermanos o nietos.
Ahora tengo clara cual es mi meta en la vida y no es otra que la de ser el día de mañana un hombre como tú, tener tu valentía y tu fuerza. Tu cordura y tu madurez, tu bondad y juicio justo, pero sobre todo el poder ser el orgullo de una familia entera.
El día que nos dejaste elegí una estrella en el cielo y dije que esa estrella eras tú, que la belleza de tu corazón era la que hacía que se iluminará de esa forma tan especial y cada noche antes de dormirme la miro y le digo muy bajito TITO TE QUIERO.
Dedicado al hombre que me enseño a ser como soy, a aquel que me dio su cariño y complicidad sin esperar nada a cambio, a un gran hombre pero sobre todo un gran ser humano, dedicado a ti MI TIO, para que desde ese rincón del cielo sepas que nunca te olvidaré y que siempre estarás presente en mi vida.
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