El amor según Quevedo

El amor según Quevedo: “… es hielo abrasador, es fuego helado; es herida que duele y no se siente; es un soñado bien; un mal presente; es un breve descanso muy cansado”.Pero realmente el amor es tan sólo una alteración del alma, un alboroto anímico. Hay sentimientos que se sienten muy intensamente pero cuesta describir como son en realidad, pues el amor es uno de ellos. Todos sabemos que es, pero nadie sabe como se podría expresar, conocemos sus síntomas, sus beneficios y sus perjuicios. Pero ¿Somos capaces de contarles a los demás como se siente el amor, como se llega hasta él?

Brillo en los ojos, sonrisa eterna, alegría que se contagia a los demás son los síntomas visibles más frecuentes del amor. Cosquilleo en el estómago, aletargamiento de la tristeza, querer gritar al mundo todo aquello que se siente son los síntomas internos más reconocidos por todo el mundo de él sentimiento de amar.

Pero quizás en realidad el amor sea egoísta, por que sabemos que al amar entregamos el cuerpo y dejamos que el alma vague por la casa de la persona amada, que vague por su mente para así ser dos en uno, uno en dos. Pero, ¿Se recibe lo mismo que se entrega en el amor? No siempre es así, hay personas que reciben una micra del amor que entregan, que se entregan hasta desfallecer sus fuerzas para recibir tan solo un gesto del cual sacan para cubrir las necesidades de su corazón. Hay otras que no entregan nada pero reciben todo, y las hay que se entregan y reciben a partes iguales, eso es realmente el amor, dar y recibir, entregar para que te devuelvan lo mismo.

Amar es en realidad ser complementado, completado, comprendido y compartido por la otra persona, es saber ver como se hace un corazón de dos distintos, como dos personas se convierten en una sola, como vives por la otra persona y la otra persona vive en ti.

Amar, amor, amado, amante, son palabras que denotan sentimiento, que denotan belleza y grandeza, ya que el amor es el sentimiento más puro que tiene un ser humano. Es ese sentimiento que hace que pasemos de la risa al llanto en segundos, que pasemos de la felicidad a la desesperación en cuestión de un solo gesto, de un solo beso.

El amor es ese misterio de la vida en el que se supone que deberíamos de ser felices, de tener lo mismo que se entrega y de aportar lo mismo que se recibe. Pero en realidad eso es idealizar ese misterio, siempre hay alguien que sufre y alguien que gana en este maldito juego en el que entramos un día para intentar llegar a la meta en compañía, de la mano de ese ser al que entregamos todo y dejamos a su antojo nuestra voluntad.

Quizás algún día alguien sepa descubrir todo lo que es el amor en verdad, todo lo que alberga, lo que crea y lo que destruye ya que en cada momento puede ser el más bello amanecer o la más terrible de las tormentas según se tercie su antojo.

Vivimos volcados en tenerlo en nuestras vidas pero muchas veces nos olvidamos de vivir por tenerlo, nos hacemos la sombra de la otra persona, seguimos sus pasos como autómatas sin poder pararnos a pensar si realmente es eso lo que necesitamos, lo que anhelamos. Pero es así, tendríamos que poder decidir hasta donde llegar, que pasos dar y que hacer sin tener la necesidad de mantener al corazón en un lado para que no resulte dañado, para que no lo perdamos como premio para el ganador en la dura batalla que se desempeña cuando empezamos a amar a alguien.

Sólo puedo dar un consejo, cada vez que en el juego del amor sintamos que perdemos, que no salimos a la superficie para poder coger el aire necesario y continuar el camino. Paremos a un lado del mismo, en silencio con la única compañía de nuestro corazón y escuchémosle hablar, él nos dictara exactamente el sendero a seguir en la encrucijada hacía la felicidad del amor.